Los accidentes, desastres y catástrofes se presentan con mayor frecuencia cada
día, producto del crecimiento desproporcionado de las ciudades y la falta de
una planificación urbana adecuada y acorde con las necesidades actuales. En
este sentido cada día se hace mas común la aparición de peligros conocidos como
“Natech” (natural tecnological disaster) que son desastres tecnológicos
desencadenados por desastres naturales por ejemplo.
A partir de
este crecimiento demográfico, comercial, industrial y la incorporación de
importantes obras de infraestructura públicas, ha significado una serie de
esfuerzos orientados a mejorar la respuesta de los servicios de emergencia de
nuestro país. Sin embargo, este esfuerzo de grandes proporciones sólo se ha
generado a partir de las instituciones que realizan la labor de salvar vidas y
bienes, dejando un importante vació en muchas áreas del apoyo al servicio, y la
salud mental de los equipo de primera respuesta es una situación compleja que
no se ha tratado con la importancia adecuada.
Cuando ocurre un evento con características de desastre, se menciona con
frecuencia la cantidad de víctimas, las causas del evento, las infraestructura
perdida y el impacto psicológico de las víctimas y las personas expuestas a
este desastre, pero que pasa con los encargados de dar respuesta y ayuda a
estas personas?. Se transforman en otro tipo de víctima, de carácter silenciosa
y que muchas veces no reconocen que también son vulnerables, ejerciendo un
impacto de repercusiones importantes sobre la salud física y mental de los
integrantes de los equipos de respuesta.
Lifton (1967) fue uno de los primeros investigadores que trato sobre el
deterioro psicológico de los equipos de rescate; en 1984 la Federal Emergency
Management Agency (FEMA), conjuntamente con el Nacional Institute of Mental
Health (NIMH) de los EU, empezaron a preocuparse por el impacto psicosocial de
los desastres en los equipo de respuesta (bomberos, policías, paramédicos,
etc.); dicho impacto incluye términos como Incidente Crítico en Stress, y
Síndrome de Stress Post Traumático, de este modo los integrantes de los equipos
de respuesta son las víctimas ocultas del desastre.
El stress puede ser definido como la respuesta fisiológica, psicológica
y de comportamiento de un sujeto que busca adaptarse y reajustarse a presiones
tanto internas como externas, el stress no es una enfermedad pero si puede
causar en el ser humano desde ligeros desordenes psicosomáticos hasta la misma
muerte.
El estado de alarma es el primero y el más importante, se presenta
cuando suena la llamada selectiva de la central de alarma, en este momento se
activa el sistema del stress en todo nuestro organismo, es un estado de
movilización generalizado de todas nuestras reservas de energía. Uno de los
primeros cambios es el incremento en la secreción de la hormona
adenocorticotrofina (ACTH) por parte de la glándula pituitaria que se encuentra
en la base del cerebro, la cual actúa sobre las glándulas suprarenales,
motivando la segregación de la Adrenalina, responsable del estado de máxima
alerta de todo nuestro organismo, provocando la liberación de las reservas de
glucosa, ácidos grasos libres, hidrocordicoides, esteroides, etc. Como
consecuencia de este estado de alarma, aumenta la frecuencia cardiaca y la
tensión arterial, la frecuencia respiratoria, la tensión muscular, la
transpiración, la liberación de factores coagulantes de la sangre, la
redistribución de la sangre a favor del cerebro y de los músculos y por
consiguientes la disminución del ritmo digestivo.
Cuando el stress no es efímero como el trabajo en desastres o en
emergencias que demandan la permanencia en el lugar de las operaciones por
varias horas o días, tienden a aparecer en el organismo los CORTICOIDES que van
a favorecer el aumento de los azúcares en la sangre, el colesterol, la presión
arterial, se debilitan las defensas inmunitarias, se favorece la osteoporosis,
la atrofia muscular y la retención del agua y el sodio en el riñón.
Existe un limitado volumen de energía adaptativa disponible y concentrarla
en una sola demanda aumenta en forma creciente nuestra vulnerabilidad a otras
demandas, en especial si se tiene en cuenta que el STRESS ES DE CARÁCTER
ACUMULATIVO, es decir que si no se hace nada para eliminarlo los residuos
bioquímicos y la tensión emocional que causan ciertos eventos, estos van a
mermar nuestra capacidad de respuesta ante otros eventos o demandas.
El estado final es el agotamiento, el stress prolongado va dejando
cicatrices bioquímicas indelebles que nos predisponen a las enfermedades, a las
infecciones, el envejecimiento y la muerte. En el contexto operativo estamos
hablando de la disminución significativa del desempeño y por ende de la
eficiencia y eficacia, haciéndonos proclives a cometer errores que en los
integrantes de los equipos de respuesta pueden llegar a ser fatales.
La modalidad de trabajo de los Cuerpos de Bomberos, se caracteriza por
sus intervenciones en eventos traumáticos, al respecto la Asociación
Psiquiátrica Americana (1987) define a un evento traumático a cualquier
circunstancia psicológicamente estresante que está fuera de las experiencias
humanas normales. Estos eventos traumáticos incluyen a los incidentes críticos
en stress, los cuales pueden tener consecuencias serias desde el punto de vista
de la salud mental si no son tratados oportuna y adecuadamente.
Davis Michael (1996) define al Incidente Crítico como la situación que experimentan
los trabajadores de emergencias que enfrentan un trauma repentino y específico
como puede se la falla en la misión, la presencia de excesivo sufrimiento
humano, situaciones amenazantes para la integridad física de los equipos de
respuesta, la perdida de compañeros de equipo, o presenciar su accidente o
heridas.
El National Institute of Mental Health (1985) describe las diversas
manifestaciones psicofisiológicas que experimentan los integrantes de los
equipos de respuesta en situaciones de desastre, haciendo mención a tres fases:
En primer lugar se hace mención a una Fase de alarma, que
comprende desde la alarma inicial, el período de adaptación psicológica, y la
información sobre lo acontecido. Pueden presentarse manifestaciones en el área
física, cognitiva, emocional y conductual.
La segunda Fase se denomina de Intervención y
se presentan las siguientes manifestaciones.
Físicas:
· Incremento en la respiración.
· Náuseas.
· Sudor frío, piel húmeda.
· Oídos tapados.
· Dolor de Cabeza.
· Estrechamiento del campo visual.
· Dolor muscular.
· Fatiga.
Cognitiva:
· Problemas de Memoria.
· Desorientación.
· Dificultad para el Cálculo.
· Dificultad para la concentración.
· Pérdida de objetividad.
· Lentitud o dificultad en la comprensión.
· Pérdida de las habilidades para conceptualizar o priorizar tareas.
Emocional:
· Gran sentimiento de heroísmo e invulnerabilidad.
· Ansiedad, temor.
· Euforia.
· Fuerte identificación con las víctimas.
· Sentimiento de Culpa.
· Irritabilidad, hiperactividad.
· Tristeza, melancolía, depresión, mal humor.
· Apatía.
· Excesiva inquietud sobre la seguridad de otros.
Conductual:
· Inhabilidad para expresar sentimientos verbales.
· Hiperactividad sin un propósito específico.
· Decreciente eficiencia y eficacia en las actividades.
· Estallidos de cólera.
· Incremento en el uso del alcohol, tabaco y otras drogas.
· Retraimiento Social.
- Dificultad emocional para aceptar el término de las operaciones,
deseo de seguir trabajando.
- Melancolía, depresión.
- Inquietud, disgusto o aburrimiento ante el trabajo rutinario.
- Sentimientos de extrañamiento por el trabajo en el desastre.
- Sentimientos de extrañamiento por la familia.
- Sentimientos de cólera o frustración.
- Necesidad de hablar, contar y repetir las vivencias del desastre.
- Conflicto con los compañeros que no participaron en las operaciones
del desastre.
- Conflicto con la familia, esta puede estar enojada por su ausencia
prolongada.
Cada trabajo realizado en las emergencias, sea de corta o larga duración
conlleva un impacto emocional y producen situaciones conocidas como stress
agudo o post-traumático. Estos conceptos incluyen lo que anteriormente se
conocía como “reacción de crisis aguda”, “fatiga de combate”, “Shock psíquico”,
entre otros; estas alteraciones provocan malestar clínico, significativo o
deterioro social laboral.
Entre los factores que afectan los equipos de respuesta, se encuentran
los de carácter individual, interpersonales como las responsabilidades
laborales en el caso de los Bomberos Voluntarios, que generan situaciones de conflicto,
por querer participar en las labores de emergencia y las limitaciones de sus
trabajos, por otro lado la presión por parte de la familia para que se cumpla
con las responsabilidades familiares en especial si se tienen hijos pequeños,
recién nacidos o familiares enfermos. Factores comunitarios como la presencia
de personas conocidas o familiares entre las víctimas. Factores propios del
desastre. Todos estos contribuyen a aumentar la presión emocional sobre los
equipo de respuesta.
Ahora, que se esta haciendo y que estamos haciendo para minimizar el
daño en la salud mental de los voluntarios que acuden a las emergencias?. Se
hace difícil si no contamos con los instrumentos y recursos necesarios para
enfrentar el problema. Sin un apoyo gubernamental necesario (de carácter legal)
que proteja adecuadamente la salud física y mental de los voluntarios de
Bomberos, seguiremos sufriendo los efectos emocionales de la intervención de
diferentes emergencias.

Los equipos de primera respuesta, son víctimas ocultas en las
emergencias y desastres, y pueden manifestar una serie de reacciones físicas,
emocionales, cognitivas, conductuales y de cambio de vida ante el estrés que
estos eventos les causan.
El tipo de trabajo que realizan y que les exige tiempo, riesgo y exposición a
situaciones impactantes, los afecta de una u otra forma en su salud
bio-psico-social.
El presente trabajo muestra la afectación en la salud bio-psico-social
de las víctimas ocultas de los incidentes impactantes como el de Mesa Redonda.
La muestra, objeto de nuestro estudio, estuvo integrada por profesionales y
personal de salud que han sido capacitados para intervenir en actividades de
emergencias y desastres, y que intervinieron en el incendio de Mesa Redonda
ocurrido el 29 de Diciembre del año 2000, como equipo de primera respuesta.
A pesar de su entrenamiento y su experiencia en emergencia y desastres,
los resultados nos indican que la mayoría fue afectada en su salud mental y
física, y de una u otra forma, en su vida por el incidente de Mesa Redonda y
otros eventos similares, y que el 73% piensa que ha superado el estrés causado
por este incidente, compartiendo sus vivencias con familiares, compañeros y
otros, con ayuda profesional, con el apoyo de la religión, deportes,
actividades recreativas o por fuerza de voluntad. Situación que nos confirma la
importancia de contar con redes de apoyo emocional y técnicas de manejo del
estrés. Sin embargo, el 27% de ellos dice que no lo ha superado o no precisa,
situación que nos hace pensar que estas personas estarían presentando
reacciones de estrés postraumático que estaría afectando su desenvolvimiento
laboral, social y/o familiar y que requerirían de ayuda profesional
especializada. Más aún, esto lo encontramos en las personas que han participado
en diversos eventos similares, lo que nos daría el dato de que el hecho de
participar en más emergencias y desastres los hace más vulnerables.
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El grupo fue afectado por sensaciones físicas, emocionales, cognitivas. comportamentales y en la sensación de haber cambiado su vida, a raíz de su intervención en el evento adverso descrito.
El 62% del grupo presentó sensaciones físicas como: asco, náuseas al ver
u oler carne u olores fuertes, trastornos digestivos, falta de apetito,
alteraciones en el sueño y migraña. La mayoría (55%) de los afectados, las presentó
de inmediato luego de su intervención en el incendio. Un 19% menciona que aún
le afecta.
El 85% del grupo evaluado reporta haber sido afectado emocionalmente con sensaciones como tristeza, llanto, temores a peligros, a la soledad, más sentimentales, más susceptibles, irritables, intranquilos, sentimientos de inutilidad. De los afectados, la mayoría (68%) presentaron estas sensaciones de inmediato y a un porcentaje importante (27%), todavía les afecta. Los resultados nos estarían indicando mayor afectación en esta área y que requiere de atención inmediata.
El 73% del grupo evaluado reporta haber sido afectado en su Cognición con imágenes, pesadillas, ideas de peligro, recuerdo de olores, meditar acerca del sentido de la vida, dudar de la existencia de Dios e ideas de inutilidad. De los afectados, un 42% presentaron estas sensaciones de inmediato y a un porcentaje importante de ellos (32%), todavía les afecta. Los resultados nos indican que esta área está afectada, en la actualidad y que requiere de intervención inmediata.
Un 58% de la muestra reporta haber sido afectado en su comportamiento, por lo que evitan lugares congestionados, se preocupan y temen por su familia, tienen menor participación social, más apego a la familia, están más conflictivos e irritables con su familia y aumentó el consumo de tabaco. La mayoría de los afectados (46%), menciona que aún les afecta, situación que llama la atención y que debe de ser tomado en cuenta.
El 54% de los integrantes indican que su vida cambió luego del incendio, manifestando que se han vuelto más hogareños, con más apego a su familia, valorizan la vida, se han vuelto precavidos y protector con su familia, están bloqueados, grabados en el accidente, más solidarios, temen al fuego o a accidentes, son más vulnerables, ha cambiado su carácter. Un elevado porcentaje de los afectados (79%), señala que su vida aún está cambiando, aspecto que señala la necesidad de una intervención urgente en esta área.
En cuanto a la variable sexo de la muestra estudiada, se pude observar
que las mujeres del equipo de primera respuesta fueron más afectadas que los
hombres en los niveles: Emocional 89%, Cognitivo 78%, Comportamiento 78% y
Físico 67%, luego de participar en el incidente de Mesa Redonda, pero lo
superan más rápido. Los hombres afectados, indican que lo fueron en mayor
medida en el nivel Cambio de vida con 59%, esto es, aún ahora perciben que su
vida está cambiando, luego de su participación en el evento mencionado. En
general, los hombres son menos afectados pero no logran una rápida
recuperación.
Los resultados anteriores nos estarían confirmando la hipótesis de
que el equipo fue afectado de una u otra forma en los niveles físico,
emocional, cognitivo, comportamental y de cambio de vida, en forma inmediata y
que un porcentaje importante todavía está afectado en la actualidad. Esto, a
pesar de ser equipos de personas seleccionadas y capacitadas para estas
labores. Es por ello prioritario, capacitar al personal de primera respuesta en
técnicas y procedimientos psicológicos para prevenir y manejar las reacciones
de estrés, ser asistido y orientado por psicólogos especialistas en emergencias
y desastres, para realizar así su labor en forma más segura y eficiente, y no
afectar su salud bio-psico-social.
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